viernes, 31 de julio de 2009

Discurso de Orden con ocasión del 24 de julio.

Buenos días.
Muy agradecidos nos encontramos por la consideración de nuestro nombre por parte del ciudadano Gobernador del estado Nueva Esparta Morel Rodríguez Ávila, para dirigirnos a esta distinguida audiencia en la mañana del día de hoy, fecha conmemorativa del nacimiento de Simón Bolívar, y de un acontecimiento regional con importancia nacional la “Batalla Naval del Lago de Maracaibo”.

Agradecidos estamos también por las palabras del presentador abogado Julio César Díaz Ojeda, que es a su vez alumno, colega de profesión y militante de la amistad. Gracias Julio César, a ti y a tu apreciada familia.

Sumamente complacidos nos encontramos de compartir con todos ustedes este espacio, que invita a la inclusión social y a la convivencia democrática en torno a la figura del Libertador Simón Bolívar y a la vigencia del tema histórico.

A modo de justificar lo que expondremos de seguidas, haremos ciertas precisiones iniciales.

Como historiador formado en las aulas de la Universidad de Margarita “Alma Mater del Caribe”, en el seno de la Maestría de Historia Regional, única en Venezuela, hemos aprendido que si eliminamos la verdad de la historia, entonces estaremos ante un relato inservible y manipulable groseramente.

Las verdaderas investigaciones históricas deben prescindir de los protagonistas y adaptar las afirmaciones y los juicios precisamente sólo a los hechos.

De modo que expondremos hechos en el marco de este atisbo de análisis histórico.

Hoy nadie concibe a los héroes poniendo zancadillas, ni hablando como cualquier hijo de vecino, sin utilizar el tono “solemne” de las proclamas. Varias de la investigaciones de los historiadores Carrera, Quintero, Pino entre otros; aportan datos fundamentales sobre la persona de Bolívar y el entero proceso de Independencia. Bolívar más que principal deidad de una nueva religión era un hombre de carne y hueso. Su dimensión humana y el contexto en que vivió, dice mucho a los efectos de su estudio como principal personaje de Latinoamérica.

Uno de esos aspectos atiende a la contradicción que representó para la élite criolla, que a la postre sería la facilitadora de la Independencia, destruir drásticamente todos los valores y privilegios de clase social que tanto habían sostenido y defendido en los años precedentes.

Simón Antonio es el último de los hijos de don Juan Vicente Bolívar y de doña Concepción Palacios y Blanco. Se había casado con él a los quince, y al momento de la muerte de su marido no tenía treinta años. Don Juan Vicente le llevaba 31 años.

Sus hermanos eran María Antonia, Juana, y Juan Vicente. Todos reputados mantuanos y vecinos principales de la provincia.
Doña Concepción dio a luz a los pocos meses del sepelio de don Juan Vicente a una criatura que no logró sobrevivir al parto, el mismo día falleció.

Los hermanos Bolívar estaban claros que pertenecían a una estirpe de larga data en la provincia. Entre sus ancestros había, al menos, catorce conquistadores de Venezuela.

Eran los Bolívar, súbditos leales con la Corona Española. Fundaron en su nombre ciudades, participaron en la construcción de la fortificación de La Guaira. Obtuvieron de la Corona Española el escudo de armas con el simbólico león que por cierto siempre ha distinguido a la Ciudad de Caracas. Un león de origen imperial.

Nunca en la familia de los Bolívar hubo señal de discordia con el Imperio Español, poseían esclavos, haciendas, privilegios, cuantiosas rentas y estaban emparentados con las mejores familias. Bástese saber que vivían a una cuadra de la plaza principal de Caracas. Cuando iban a la Catedral ocupaban lugar preeminente, incluso las damas de la familia Bolívar podían utilizar alfombra y asistir a misa acompañadas de su séquito de esclavas. Sus muertos se encuentran sepultados en la propia capilla de la Santísima Trinidad en la Catedral de Caracas.

Al morir el padre de Bolívar, su cuerpo fue acompañado hasta la Catedral de Caracas por 20 clérigos y 20 religiosos de cada uno de los conventos de la ciudad; se celebró misa cantada de cuerpo presente. El testamento, firmado una semana antes de morir, daba cuenta de la fortuna que ascendía a 346.000 pesos, a lo que debemos añadirle los activos que comprendían el Señorío de Aroa, las Minas de Cocorote y las casas de La Guaira. Todo lo cual representaba una fortuna mayor al medio millón de pesos, los convertían a los Bolívar en una de las familias más ricas de la provincia.

Mención aparte merecen las diligencias emprendidas por la familia Bolívar con ocasión de la solicitud del título de Marqués de San Luis y Virrey de Cocorote. Esta merced nobiliaria fue originalmente solicitada en 1728 por Juan de Bolívar y Villegas, el abuelo paterno de Simón Antonio. El propósito consistiría en que el mayor de los varones y heredero del Mayorazgo ostentara el privilegio de un título de Castilla como señal indudable de calidad e hidalguía y de sus cercanos nexos de lealtad con el Rey español. A pesar de los esfuerzos y de las diligencias del tío de Simón Antonio, don Esteban Palacios, nunca se obtuvo ese reconocimiento nobiliario.

Pocos años de nacido tenía Simón Antonio cuando en 1797 se produjo la insurrección de Manuel Gual y José María España, en combinación con unos españoles que se encontraban detenidos en las bóvedas de La Guaira. En esta revuelta estaban involucrados un grupo heterogéneo de blancos, pardos y morenos de los mas diferentes oficios y grados de instrucción. Sus consignas eran instaurar en Venezuela una República independiente, democrática e igualitaria. Inmediatamente todos los miembros de las familias criollas de Caracas, relacionados y parientes con los Bolívar, se pronunciaron contra la intentona de Gual y España.

Todos los nobles que habitaban en la provincia se unieron y enviaron al Rey por intermedio del capitán general: el Conde de Tovar, su absolutamente clara condición de fieles vasallos del Rey y su determinación de oponerse férreamente a cualquier conspiración que pusiese en peligro la soberana autoridad del monarca. Como es sabido la intentona tuvo vida corta y la mayoría de sus implicados lograron huir.

A los pocos años de este episodio, estando en la veintena de años, Simón Antonio, conoció de cerca el evento protagonizado por el grande Francisco de Miranda, y su intento de desembarcar primero en Ocumare y posteriormente en las costas de Coro, acompañado de un pequeño ejército. La invasión fue repelida, no obtuvo el respaldo de la población y Miranda tuvo que retirarse.

Pero la cuestión no se quedó allí; la reacción contra la intriga y manejos sórdidos del traidor, seductor, faccioso y revolucionario Francisco de Miranda, supuso ponerle precio a su cabeza. Todos los nobles de la épocas, criollos titulados, los Palacio, los Blanco, los Tovar, Ponte, Jerez, Ibarra y Rodríguez del Toro contra el caraqueño Miranda.

519 personas donaron dinero y recogieron 19.850 pesos para ser enviados a España para sufragar los gastos requeridos para sostener la persecución de Miranda. Esta no era una suma de dinero nada despreciable, piénsese que el capitán general ganaba cuatro mil pesos por año, y que un esclavo para ganarse un peso debía trabajar quince días sin descanso. De modo que para alcanzar la suma recogida un esclavo debía trabajar ininterrumpidamente durante 816 años.

El 19 de abril de 1810, a solo cuatro años de la invasión de Miranda y a sólo un año de la reacción de los mantuanos en su contra; ahora estos se organizaban para procurar la destitución de Vicente Emparan de la Capitanía General. Tanto Juan Vicente como Simón Antonio, no solamente veían con agrado los hechos recientes sino que asumieron parte activa de la insurgencia, alistándose en la causa emancipadora, manifestando públicamente su adhesión, disponiendo sus recursos económicos a favor de la causa independentista.

Posteriormente en 1811, Juan Vicente moriría cuando trataba de regresar a Venezuela desde los Estados Unidos, al naufragar el barco en el cual venía. Había ido en busca de armas para la causa.

Simón Bolívar ya formaba parte del ejército patriota bajo las órdenes de Miranda y combatía por la República en el centro del país.

El 26 de marzo de 1812. sucedió el terrible y desastroso terremoto de Caracas. El caos reinó en la ciudad. Los curas fustigaban a todos los feligreses; en las iglesias hacían saber que el terremoto había sido un castigo de Dios en contra de los enemigos del Rey español. Incluso se oían gritos que comparaban la catástrofe natural con lo sucedido en la semana santa de 1810, que decían:

“¡En Jueves Santo la hicieron!
¡En Jueves Santo la pagaron!”

José Domingo Díaz, enemigo feroz de la causa republicana expuso que vió a don Simón Bolívar en mangas de camisa, trepado entre las ruinas gritar “¡Si se opone la Naturaleza, lucharemos contra ella y la haremos que nos obedezca!”.

Simón Antonio se marcharía luego de Caracas con el grado de Coronel de los ejércitos republicanos y sería enviado a Puerto Cabello como comandante político militar de esa plaza. Sería derrotado posteriormente, Francisco de Miranda dictador supremo de la República y Generalísimo de las fuerzas republicanas, ante todas estas circunstancias adversas, firmaría con el capitán de Fragata español Domingo de Monteverde la capitulación de San Mateo en julio de 1812. Caía así la primera República.

Bolívar se vería inmiscuido en un lamentable episodio relacionado con la entrega de Miranda a las autoridades españolas. Monteverde desconoce los términos de la capitulación y lo obliga a salir rumbo a Curazao y de allí a Cartagena.
Hasta aquí la revolución venezolana de independencia ha tenido los caracteres modestos de un enfrentamiento entre oligarquías municipales. Ha sido un movimiento urbano. Como es normal en toda guerra, ha corrido sangre y se han incrementado las pasiones. Pero no se han cometido atrocidades; y aunque los soldados de ambos bandos son venezolanos, todavía la guerra no se ha convertido en esa pavorosa guerra civil en la que se convertiría después.
Con 29 años de edad, Bolívar va al destierro y desde allí se empeña en preparar la revancha cuya satisfacción moral y política había facilitado la acción de Monteverde. Bolívar en Cartagena escribirá su manifiesto el 15 de diciembre de 1812 en donde analiza las causas de la pérdida de la primera república, pero, entre éstas, no menciona la pérdida de la plaza de Puerto Cabello. En este documento establece las bases de su pensamiento y su acción. La causa primordial de los males fue, para él, la contradicción insoluble entre la realidad social y la “…fatal adopción del sistema tolerante…”, Hace sarcasmos de la ceguedad de los magistrados que, en lugar de aplicar “…la ciencia práctica del gobierno…”, siguieron las enseñanzas de “…visionarios…” que han “…imaginado repúblicas aéreas…” mostrando hostilidad hacia los ideólogos partidarios de instituciones imprácticas e inadecuadas.
Bolívar se unirá a los ejércitos de la Nueva Granada independiente, demostrando ya sus cualidades de jefe guerrero y se hace investir de autoridad para invadir a Venezuela. Lo hace, proclamando el 15 de julio de 1813, en Trujillo la Guerra a Muerte contra los “Españoles y Canarios que no se hubiesen pasado a la causa emancipadora”.Posteriormente nuestro gran Santiago Mariño libera el Oriente venezolano. Bolívar llega a Caracas, gracias a la llamada Campaña Admirable, desarrollada en 3 meses de operaciones, con ella despliega sus condiciones de jefe militar: rapidez de decisión, celeridad de los movimientos y energía sin desfallecimiento para decidir y para actuar, liberando el Occidente venezolano.
Bolívar es proclamado Libertador y Capitán General de las tropas.
José Tomás Boves entra en escena. La guerra apenas comienza y a partir de ahora va a tomar los caracteres de un violento conflicto social, implacable y sangriento. Se verán las hordas de jinetes que corretean por el llano, incendiando, saqueando, violando y matando cruelmente. Nadie se salvará.
El 2 de enero de 1814, una Asamblea Popular confiere a Bolívar poderes dictatoriales, para salvar la República. Boves, a la cabeza de la guerra social contra los blancos criollos, entra a Caracas. Simón Antonio expone: “…huid del país donde uno solo ejerza todos los poderes: es un país de esclavos…”.

Se realiza la épica emigración a Oriente. Más de 20.000 personas en fila en rumbo a las Costas de Barcelona. Boves morirá en Úrica, pero también morirá la Segunda República. La pérdida de la primera y la segunda República ponen de relieve uno de los aspectos característicos de la guerra. A pesar de lo que se insista, la idea de Independencia no tuvo, durante sus primeros años, raíces profundas en las clases populares.

Los dirigentes del proceso independentista eran los blancos criollos, “la oligarquía”, es decir, los empleadores de los pardos y los dueños de los esclavos. Bolívar, en su manifiesto de Carúpano, descubre el sentido civil y social de la guerra, anotando que las revoluciones políticas y sociales, necesitan ser establecidas por grandes convulsiones y haciendo análisis de las causas de la derrota, expresa: “Vuestros hermanos y no los españoles, han desgarrado vuestro seno, derramando vuestra sangre, incendiando vuestros hogares, y os han condenado a la expatriación…”.
Bolívar en Kingston, escribe la conocida Carta de Jamaica y en élla, describe el más completo y deslumbrante panorama de la situación y del futuro del continente. Revela un conocimiento notable de los diferentes aspectos del conjunto de los pueblos americanos, señala sus características propias con aguda percepción y se lanza a trazar las posibilidades del futuro de los distintos países con previsión profética. Bolívar recibe la ayuda de Petión y deroga solemnemente la esclavitud (pero ésta se mantendrá vigente hasta 1854, es decir 24 años después de su muerte).

En el año de 1817, Piar es juzgado en Angostura por un tribunal de guerra y condenado a muerte el 16 de octubre. El verdadero delito fue pensar en una lucha de clases sin blancos criollos. En ese año, Bolívar en carta a Martín Tovar y Ponte expresa de manera lapidaria: “…aquí no manda el que quiere si no el que puede…” el mismo lo corroborará 13 años después; más tarde Páez, los Monagas, Guzmán, Crespo, Castro, Gómez entre otros.
En 1819, en la Guayana reconquistada por Piar para la República, el Libertador convocará el Congreso de Angostura. Pronunciará un discurso que es un verdadero documento político. Allí nos alerta contra la imitación de instituciones tomadas de otros pueblos de historia y composición diferentes al nuestro. Discurso de gran actualidad.
El 27 de noviembre de 1820, en Trujillo, se firma un armisticio y un tratado de regulación de la guerra y se entrevistan Bolívar y Morillo en Santa Ana. En carta a Juan Germán Roscio, Bolívar expresa: “…porque él que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y después de oírlas debe aprovecharse de ellas, para corregir los males que producen los errores…”.
A los pocos meses, se rompe el armisticio cuando Maracaibo se declara incorporada a Colombia. En este año de 1821 en el Campo de Carabobo, España verá extinguir su antigua provincia.

En una de sus cartas dictadas ese mismo año, Simón Antonio, expresa: “…no conviene que el gobierno esté en las manos del hombre más peligroso; no conviene que la opinión y la fuerza estén en las mismas manos y que toda la fuerza esté concentrada en el gobierno; no conviene que el jefe de las armas sea el que administre la justicia; porque entonces el choque universal será contra este individuo…”.
Con la batalla de Ayacucho, dirigida por Antonio José de Sucre en el año 1824, se pone punto final al imperio español en Suramérica. En ese mismo año se crea la República de Bolívar capital Sucre, hoy Bolivia.
El 6 de agosto de 1825, Bolívar presenta la Constitución de Bolivia. Allí plantea un presidente vitalicio (suerte de monarca electo) y un vicepresidente designado por éste, que compartirían las tareas del gobierno.
El 16 de agosto de 1828, le escribe a Páez expresando: “…la corrupción de los pueblos nace de la indulgencia de los tribunales y de la impunidad de los delitos”.
En el año de 1830, se desintegra la República de Colombia. La Gran Colombia, como bien lo expreso Luis Castro Leiva, fue una ilusión ilustrada. La Gran Colombia fue una República de un solo ciudadano.En diciembre de 1830, muere físicamente Simón Bolívar. Falsamente se ha afirmado que murió en condiciones de extrema pobreza. La afirmación no es del todo cierta. Su patrimonio no era igual de lo que había sido la inmensa fortuna familiar de los Bolívar, pero el Libertador no se encontraba en la inopia. Todavía eran suyas las minas de Aroa, que estaban valoradas en 40.000 libras esterlinas aproximadamente. Sin contar sus haciendas, casas, esclavos, mayorazgos y los beneficios económicos que se desprendían de todos ellos. Ejemplos la Hacienda de Chirgua, la Cuadra Bolívar, el mayorazgo de la Concepción, entre otros.

Coincide esta celebración del natalicio de Bolívar con el aniversario de la “Batalla Naval del Lago de Maracaibo”. Para el momento del pronunciamiento de la Independencia, tenemos que la Capitanía General de Venezuela era todo un mosaico de provincias, que se articulaban económicamente al sistema español, autónomas e independientes las unas de las otras, girando cada una de ellas entorno sobre una ciudad-puerto totalmente incomunicadas.

De ahí que los próceres y libertadores lideraran dos guerras simultáneas, una contra España para independizarse, la otra contra los pueblos y provincias disidentes, para someterlos al nuevo orden y sistema republicano que se trataba de implantar. Por ello un mismo tiempo una parte de las élites maracaiberas, corianas y guayanesas se mantuvieron fieles a la Corona española y otra parte de las mismas se pusieron al frente del proceso de emancipación y regaron con su sangre los campos de batalla.

Según el académico Germán Cardozo, Maracaibo contribuyó a consolidar el movimiento emancipador cuando en 1821 su Cabildo declaró a la Provincia: "Libre e independiente del Gobierno español", pero lo hizo sin perder de vista su condición autonómica, y continuaba así el texto declaratorio, "…y en virtud de su soberana libertad se constituye en República democrática y se une con los vínculos del pacto social a todos los pueblos vecinos y continentales que bajo la denominación de República de Colombia defienden su libertad e independencia, según las leyes imprescriptibles de la naturaleza".

Finalmente, afirma el profesor Germán Cardozo, que con la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, el 24 de julio de 1823, los militares marabinos sellaron la Independencia de Venezuela.

Debemos tomar conciencia que la emancipación de España no puede continuar siendo reducida a la celebración de una fecha conmemorativa: el 5 de julio de 1811, cuando se firma el Acta de Independencia. Se trata de un proceso prolongado y en él intervinieron factores socioeconómicos y políticos sumamente complejos, propios de aquella época, como los que en la actualidad presenciamos. De allí la importancia del estudio de la historia regional, que esperamos y aspiramos se consolide en el estado Nueva Esparta y en Venezuela como mecanismo efectivo y útil para hacer realidad el aserto de lo nuestro es lo primero.
Señoras y señores, muchas gracias.

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